“¿Está Cuba mejor ahora, luego de los 57 años que estuvo Fidel Castro en el poder?” se pregunta el Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa en un texto de opinión publicado este lunes en el diario El País. Claro está, su interrogante es retórica.
Para Vargas Llosa, la mayor de las Antillas es “un país más pobre que la horrenda sociedad de la que huyó Batista aquel 31 de diciembre de 1958 y tiene el triste privilegio de ser la dictadura más larga que ha padecido el continente americano”.
Según argumenta el también Premio Príncipe de Asturias 1986, los progresos en los campos de la educación y la salud en Cuba pueden ser reales, “pero no deben haber convencido al pueblo cubano” si su inmensa mayoría “aspira a huir a Estados Unidos, aunque sea desafiando a los tiburones”.
El autor de “Conversación en la Catedral” sostiene que la proyección actual del gobierno cubano, ahora que no puede disfrutar del subsidio de Venezuela, recae en las nuevas relaciones con EE.UU, para que estos “salven” a la isla de su actual ruina económica.
De la Revolución quedó “el penoso saldo de los miles de jóvenes que se hicieron matar por todas las montañas de América tratando de repetir la hazaña de los barbudos del Movimiento 26 de Julio. ¿Para qué sirvió tanto sueño y sacrifico? Para reforzar a las dictaduras militares y atrasar varias décadas la modernización y democratización de América Latina”, expresó el escritor, quien llegó a Cuba por primera vez en 1962 y mantuvo relaciones por más de una década con intelectuales cubanos.
Al elegir el modelo soviético, dice Vargas Llosa, Fidel Castro se aseguró en el poder absoluto por más de medio siglo; pero dejó a un país en ruinas y un fracaso social, económico y cultural que parece haber vacunado de las utopías sociales a una mayoría de latinoamericanos.
Con Fidel, se va un sueño “que conmovió mi juventud”, lamenta el escritor y asegura que su amor por la Revolución se apagó tras el desafortunado Caso Padilla.