Una de las noticias del día es que el periodista cubano Eduardo Mora, rostro conocido de la Televisión Cubana, ha decidido quedarse en Miami.
Mora fue hasta hace poco uno de los principales presentadores del noticiero matutino “Buenos Días” y era, además, Jefe de Información de Cubavisión Internacional.
Por lo visto, desde hace poco más de un mes, en los pasillos del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) todo el mundo comentaba que no volvía, que se había quedado en Estados Unidos.
En el mes de mayo, Mora había asistido como ponente a un evento de LASA, en Nueva York, según destaca el diario 14ymedio.
Al terminar las jornadas del evento, por lo visto Mora solicitó a sus jefes del Sistema Informativo prolongar su ausencia por unas semanas más, pero se lo negaron.
Según relata el citado diario, el presentador pretendía aprovechar el viaje para visitar a su hermano en Miami y dar unas conferencias para tratar de comprarse una casa en La Habana con el dinero recaudado. Lo que procura todo cubano: “resolver”. Sin embargo, al no presentarse en la fecha requerida, fue despedido.
Quienes le conocieron en Cubavisión Internacional, mientras fue jefe de información, cuentan que sabía gestionar comentarios irónicos o “fuertes” desde el punto de vista político, lejos de las cámaras siempre, claro. Un simulador pragmático más entre los miles, cientos de miles que inundan la Isla.
Ya es un hecho: Eduardo Mora se fue, se quedó….Y sigue la estela dejada por tantos, tantísimos jóvenes talentosos cubanos, que han renunciado a vivir en su país con tal de tener un futuro más prometedor, aunque muchas veces ello implique renunciar a la profesión que estudiaron en la Isla.
Es una elección, es una opción, y algo pasa cuando son miles y miles los cubanos que no se lo piensan dos veces para dejar atrás familia, profesión y el país que los vio nacer.
Mientras tanto, en Cubavisión Internacional todavía no han nombrado oficialmente al nuevo Jefe de Información.
En estos tiempos que corren cuesta mucho trabajo que las personas asuman cargos de dirección, cargos que muchas veces acarrean más quebraderos de cabeza que ventajas, ya sean económicas o de estatus.
A ello se suma el lastimoso criterio de “confiabilidad”, porque a decir verdad ¿por quién se puede poner las manos en el fuego a estas alturas? Habrán, pero no abundan, esas personas de las que se pueda decir, con total certeza: “ese sí que apagará el Morro”.