Las tensiones entre Estados Unidos y Cuba aumentan después del anuncio de expulsión de 15 funcionarios de la embajada cubana en Washington. Las relaciones entre ambos países están en una espiral descendente
- EEUU considera la medida una defensa ante los “ataques” que afectaron la salud del personal estadounidense en la isla, y La Habana lo considera una expulsión “injustificada”.
De “injustificada” califica Cuba la expulsión de más de la mitad de su personal diplomático destacado en Washington. La respuesta de La Habana a la recién anunciada expulsión de los funcionarios de la su embajada en EEUU, ha sido una de las más contundentes a nivel diplomático de los últimos tiempos.
En ella, el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla insistió ayer en que tal acción constituye “un acto de naturaleza absolutamente política que solo beneficia a quienes desean descarrilar las relaciones entre ambos países y revertir los procesos iniciados anteriormente” y “que responde a oscuros intereses de un puñado de personas”.
Podría decirse incluso que el jefe de la diplomacia cubana mantuvo un tono de protesta y enfado bastante alejado de su perfil comedido en la que fue una conferencia de prensa preparada al dedillo, en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores en La Habana. Desde allí, el Gobierno cubano intentó zanjar su “no culpabilidad” aportando un gran volumen de información sobre el caso de los ataques acústicos que afectaron la salud de al menos 22 diplomáticos estadounidenses y canadienses y que continúan “bajo investigación”.
Vista de la embajada de los Estados Unidos el martes 03 de octubre de 2017, en La Habana (Cuba). El dia que EE.UU decidió expulsar a 15 diplomáticos cubanos de Washington como acción de reciprocidad a la drástica reducción del personal en su embajada en La Habana por los supuestos “ataques acústicos”.
EFE/Alejandro Ernesto
También especificó que las agencias -entre las que se encuentra el FBI, que lidera la investigación- y el Ministerio del Interior cubano “han cooperado y colaborado en todo lo posible” para dar luz a unos acontecimientos que continúan sin esclarecerse. Rodríguez llegó a decir que el Gobierno cubano permitió los “organismos especializados” estadounidenses “trabajar sobre el terreno”, o sea, en Cuba, “por primera vez en más de 50 años, como parte de la investigación sobre los ataques a diplomáticos estadounidenses” y que estos visitaron La Habana tres veces, en junio, en agosto y en septiembre. Cuba considera la “investigación prioritaria por indicación del más alto nivel del Gobierno cubano”, apuntó el canciller cubano.
En su respuesta, Cuba aseguró que durante la segunda y tercera visitas, dio vía verde al Departamento de Estado de EEUU de importar equipos especiales y dar acceso a todas las instalaciones a fin de facilitar el trabajo de los equipos de investigación. La declaración del canciller, distribuida inmediatamente a los medios de comunicación, también dice que se han abierto nuevos y más rápidos canales de comunicación entre la Embajada de los Estados Unidos en La Habana y el Departamento de Seguridad Diplomática de Cuba.
En un relato de los acontecimientos trazado con un inusitado nivel de detalle muy alejado de los estándares del régimen se hace evidente que EEUU ha pretendido jugar unilateralmente en esta vez. Cuba había mostrado un silencio cuasi cómplice en el asunto de los ataques acústicos, apoyando o simplemente adoptando las indicaciones y comunicaciones emitidas desde el Departamento de Estado de EEUU, pero este 3 de octubre rompió el silencio abocada por la gravedad de los hechos.