Al margen de Calígula, hay pocos emperadores romanos con peor fama que Nerón. Mandó ejecutar a su hermanastro y madre, se le imputa el incendio de Roma y ha pasado a la Historia como un ser caprichoso y cruel. Pero Raúl Arévalo (Madrid, 1979) tiene una mirada mucho más comprensiva hacia un hombre del que también han destacado su pasión por las artes. El actor insiste en que a la hora de abordar a esta figura ha querido ir más “allá de la caricatura y los clichés”. “He intentado comprenderle, no podía quedarme en esa imagen de qué malo soy”.
Tras lograr el éxito con su película Tarde para la ira, Arévalo regresa al teatro y debuta en la arena de Mérida con este fascinante personaje del que le interesa “su ambigüedad”. “La historia la escriben los vencedores y él fue un perdedor, así que quizás su mala fama se la debe a versiones interesadas”. Estos últimos meses, se ha enfrascado en la lectura de biografías y la visión de documentales sobre esta figura histórica para ahondar en su torturada psique. “Hay muchos escritos que dicen que Nerón fue alguien muy unido a su pueblo, que estaba muy interesado en el teatro y las música, quizás a los senadores romanos de su tiempo les pareciera un blando o un flojo y, en realidad, era un adelantado a su tiempo, que quería la paz y amor. Puede que por ahí vayan los tiros“.
Así pues, el Nerón que se podrá ver hasta el domingo 15 en el Teatro Romano de Mérida va mucho más allá de la imagen de Peter Ustinov tocando la lira en Quo Vadis, “aunque eso también está”, concede el protagonista de títulos como La isla mínima.
Con dirección de Alberto Castrillo Ferrer y libreto de Eduardo Galán, este montaje cuenta además con la participación de actores como Itziar Miranda, José Manuel Seda o Diana Palazón. “Para mí el teatro es algo que se hace en equipo y era importante estar bien rodeado cuando acepté este reto. Desde el primer café que me tomé con Alberto, supe que tenía una visión similar a la mía”. Mientras que le cine le ha coronado como director (Tarde para la ira se llevó cuatro Goyas), confiesa que no se ve levantando ningún montaje. “No se decirte por qué, pero no me veo. No es algo que me llame, aunque como la mayoría de los actores creo que el teatro es lo más bonito para hacer”.