El presidente Barack Obama puso fin este jueves a la llamada política de “pies secos, pies mojados” que permitía a los cubanos entrar a Estados Unidos sin visas y permanecer en el país legalmente hasta obtener su residencia.
En un comunicado difundido por la Casa Blanca, el mandatario saliente señaló que esta medida adoptada durante la administración de Bill Clinton a mediados de los años noventa respondía a “otra era” y que a partir de ahora los cubanos que lleguen a Estados Unidos serán tratados “como cualquier otro inmigrante”.
Con efecto inmediato, los cubanos que traten de entrar ilegalmente a Estados Unidos y no califiquen para una asistencia humanitaria serán sujetos a su retorno”, señaló en el comunicado Obama. “El Gobierno cubano ha aceptado permitir la entrada de los ciudadanos cubanos a los que se ha ordenado regresar, como ha hecho con los interceptados en el mar”.
Este anuncio, con el que el presidente parece cerrar la transformación de las relaciones con Cuba, supone un notable cambio en la política migratoria estadounidense respecto a los cubanos, que desde los años sesenta cuentan con un proceso especial para recibir un permiso de residencia bajo la ley de Ajuste Cubano.
A partir de ahora, para beneficiarse de esa ley, los cubanos tendrán que ingresar de manera legal a Estados Unidos, ya sea con una visa o el permiso de las autoridades migratorias.
De acuerdo al presidente Obama, la normalización de las relaciones entre los dos países hace obsoleta la política de “pies secos, pies mojados” y encuadra a los cubanos en la misma categoría que los ciudadanos de cualquier otro país que quieran emigrar a Estados Unidos.
“Seguiremos dando la bienvenida a cubanos como damos la bienvenida a inmigrantes de otros países, de acuerdo a nuestra leyes”, apuntó.
La política instaurada por Clinton tras la crisis de los balseros de 1994, cuando una oleada de refugiados llegó a las costas de la Florida, disponía que todo cubano que pisara suelo estadounidense conseguía permiso automático para quedarse en el país y recibía la residencia permanente al cabo de un año y un día.
El que era interceptado en el mar debía regresar a la isla, a no ser que fuera considerado un refugiado político.