Un grupo de estudiantes de la Universidad de Winnipeg, en Canadá, llevaron a cabo un muy especial experimento. Realmente la historia parece creada para algún libro o guión, pues sale de lo normal. Y es que ellos se encontraban excavando con propósitos arqueológicos, cuando encontraron un montón de semillas, que resultaban ser de al menos 800 años atrás.
Ya que nadie sabía de qué serían, decidieron probar y plantarlas, a ver si lograban cultivarlas y descubrir qué era lo que cosechaban. Los riesgos de que no pasara nada eran altos, ya que una semilla debería servir entre 2 a 3 años. Pero de todos modos no perdían nada y quisieron intentarlo.
A lo más, una semilla debería durar 15 años. Pero a pesar de todas esas estadísticas, prosiguieron y era lo correcto.
Si bien de todas las semillas no todas lograron ser bien cultivadas y cosechadas, varias de ellas dieron sus frutos. Quizás porque las semillas estaban dentro de una vasija. De ellas salió un enorme calabazín (tipo de zapallo) que se daba por extinto.
Lo más maravilloso es que aunque fueron pocos los que lograron ser viables, estos a su vez están llenos de nuevas semillas, que podría volver a posicionar la especie de vegetal. ¿Qué te parece?