La pieza más exclusiva de Lladró representa a Michael Jackson, con su rostro más porcelánico que nunca, caminando con casi una decena de niños de diferentes razas. Tras él, una bola del mundo sobre un árbol coronada por varias palomas blancas. Todo en color sobre una peana de madera.
Visita de Jackson a Lladró.
Sólo existe una figura. Nunca llegó a distribuirse. Los primeros escándalos sobre posibles abusos a menores del cantante escondieron la pieza en un cajón de Neverland. A él y a sus niños.
“El Michael Jackson que yo conocí era una buena persona guiada por nobles sentimientos. Estoy convencido de que amaba a Lladró”. Habla José Lladró, uno de los tres hermanos que fundaron la firma que durante décadas fue considerada uno de los máximos exponentes en la fabricación y distribución de piezas de lujo de porcelana.
El 19 de septiembre de 1992, sábado, Michael Jackson visitó “de incógnito” la Ciudad de la Porcelana de Lladró en Valencia. Su recorrido por la compañía es uno de los capítulos más curiosos del libro ‘Luces y sombras de la empresa familiar’ (ed. Planeta), una suerte de memorias de Lladró.
Jackson se escapó a Valencia en septiembre de 1992 aprovechando su gira por España. Llegó a Lladró en su jet privado, se subió al coche de José Lladró como copiloto y llegó a la fábrica. En los asientos de atrás, marchaban su manager y un niño de unos 10 años, el mismo que tiempo después le acusó de abusos y desencadenó el principio del fin. “Michael Jackson era un personaje absolutamente normal, mitificado hasta el absurdo”, recuerda el empresario.
El cantante recorrió en el más absoluto secreto la llamada Ciudad de la Porcelana, en la pequeña localidad de Tavernes Blanques. No hubo prensa, los talleres se abrieron para la ocasión y solo un grupo muy reducido de empleados acompañaron a la familia Lladró durante la visita. Se grabó un vídeo para “uso interno”.
Cuenta José Lladró que el rey del pop se mostró “entusiasmado” por una pieza que representaba a Martin Luther King y se “emocionó especialmente” por una figura de una colección de Disney que recreaba a Campanilla. “La besó antes de dejarla en su estante”, recuerda.
“Realmente Jackson era un personaje cuya dulzura traspasaba su aura extravagante. Al igual que Peter Pan, se comportaba como un niño que se resiste a crecer. Hablaba con timidez, era reservado y parecía vivir en un mundo aparte”.
Recuerda el empresario en su libro que tras contemplar la selección de figuras de porcelana, el cantante se reunió en privado con los dueños de Lladró para proponer una colaboración: crear una pieza para recaudar fondos destinados a paliar los problemas de infancia en todo el mundo. “Y fue Michael quien, a la hora de sellar el acuerdo, sugirió que juntáramos todos las manos, una encima de otra, formando una montaña”. Luego firmó en el libro de oro de la empresa: “Sanemos el mundo juntos. Este es mi sueño. Amor”.
La pieza que Lladró y Michael Jackson idearon llegó a hacerse pero cuando brotaron las primeras denuncias de menores, no pareció buena idea exhibir una figura de porcelana con el cantante abrazando a un grupo de chavales. El único ejemplar se lo quedó el cantante hasta que los agobios financieros le obligaron a subastar su colección de Lladró en 2009 (más de 300 figuras). Tiempo después llamó agobiado a Juan Vicente Lladró para reiniciar su afición.
José Lladró reconoce en su libro que ‘Jacko’ fue el personaje “más raro” de los que frecuentó. No el único. Tippi Hedren, Lauren Bacall o Michael Douglas se interesaron por las piezas. Varios premios Nobel has desfilado frente a las vitrinas de Lladró. “Eran personas que no tenían necesidad de ir más allá de las convenciones que impone la cortesía. No tenían por qué extremar sus halagos y sin embargo lo hacían. Sé que eran sinceros”.