El 16 de agosto de 1936 Federico García Lorca fue detenido por sus enemigos, por aquellos que se habían sublevado contra la República en Granada, en su Granada. Muy poco tiempo después, el poeta se convertía oficialmente en un desaparecido, en alguien de quien no se sabía su paradero, aunque la realidad es que había sido asesinado en algún lugar entre Víznar y Alfacar. Han tenido que pasar más de 80 años para que el autor de «Bodas de Sangre» o «Romancero gitano» volviera a la ciudad de la Alhambra por la puerta grande. Eso ocurrirá este viernes cuando abra oficialmente las puertas la exposición «Una habitación propia. Federico García Lorca en la Residencia de Estudiantes 1919-1936» y que sirve como presentación simbólica del legado del poeta en el centro granadino que lleva su nombre. La muestra, comisariada por Andrés Soria Olmedo y que ya pudo verse el pasado año en la Residencia de Madrid, se está montando desde ayer en el Centro Lorca y cuenta también con una importante colección de dibujos y óleos de Salvador Dalí procedentes del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Desde el lunes, cuando llegó el camión con las obras de la muestra a Granada, la expectación es alta en la ciudad. Pero también el secretismo. Por ejemplo, ayer estaba previsto que los medios de comunicación pudieran ver un momento del montaje, pero a última hora y por presiones de la aseguradora de la muestra se tuvo que suspender el encuentro, lo que provocó no pocos enfados. Lo que está claro es que este proyecto, el Centro Federico García Lorca, se convertirá en la cámara acorazada del archivo del autor, uno de los más completos de las letras españolas. Pero ¿qué contiene el llamado Legado Lorca, guardado en Madrid durante años por la fundación que lleva el nombre del autor de «La casa de Bernarda Alba»?
Lo que viene ahora a Granada de manera simbólica y a finales de mayo en su totalidad es el conjunto de papeles que el poeta tenía en su domicilio de Madrid, en la calle Alcalá, y en Granada, en la Huerta de San Vicente. Son, sobre todo, los manuscritos de su producción poética y dramática, además de dibujos, epistolarios con sus compañeros y maestros de generación, así como los volúmenes de lo que ha sobrevivido de su biblioteca personal. Es un fondo en el que todavía hay algunos materiales poco conocidos o, incluso, inéditos, relacionados con el autor español más leído y traducido de todos los tiempos junto con Cervantes. Veamos qué se custodiará en Granada.
En el apartado de poesía, en el legado se conservan la totalidad o buena parte de los versos que forman parte de los poemarios «Libro de poemas», «Suites», «Canciones», «Poema del cante jondo», «Poeta en Nueva York», «Diván del Tamarit» o «Sonetos del amor oscuro». Tampoco faltan poemas sueltos fundamentales en la obra del granadino como «Oda a Salvador Dalí» u «Oda al Santísimo Sacramento del Altar», además de curiosidades como las pruebas de la fallida primera edición de «Diván del Tamarit» que debía haber visto la luz en 1936. Una mención aparte merecen los más de 150 poemas de juventud escritos por Lorca entre 1917 y 1919 y que constituyen sus primeros tanteos en el mundo lírico. Cabe decir que llama la atención la ausencia de manuscritos del «Romancero gitano», probablemente su título más popular, algo que se explica porque Rafael Martínez Nadal, uno de los más íntimos amigos del poeta, se quedó con buena parte de ellos, vendiéndolos en 1998 a la Biblioteca Nacional.
El teatro es otra de las ramas sobresalientes de la carrera literaria de Federico García Lorca. En este sentido el legado contiene los manuscritos de «El maleficio de la mariposa», «Mariana Pineda», «La zapatera prodigiosa», «Títeres de cachiporra» «Retablillo de don Cristóbal» o «La casa de Bernarda Alba». A ellos se le suman piezas breves como «El paseo de Buster Keaton» y «Diálogo con Luis Buñuel», así como otras inacabadas como «Los sueños de mi prima Aurelia», «La bola negra» y «Comedia sin título». También hay curiosidades: es el caso de «Lola la comedianta», pieza en la que el poeta trabajó con su admirado Falla. Granada también será la depositaria de los manuscritos de buena parte de las conferencias del poeta, así como los textos que forman parte de «Impresiones y paisajes», el primer libro publicado por Lorca y del que este año se conmemora el primer centenario de su publicación.
Bocetos de La Barraca
Lorca llegó a reunir una muy importante colección de originales artísticos realizados por sus amigos. En la muestra del Centro Lorca, formando parte del final del recorrido, se podrán ver algunos de ellos, firmados por nombres como José Caballero, Santiago Ontañón, Rafael Barradas, Hernando Viñes o Salvador Dalí. El poeta también pudo guardar algunos de los bocetos para decorados del grupo universitario la Barraca que él dirigió junto a Eduardo Ugarte. Son trabajos de creadores de la talla de Ramón Gaya, Alfonso Ponce de León o Benjamín Palencia. Se han conservado también, formando parte del legado, las colaboraciones de Barradas para «El maleficio de la mariposa» o las de Emili Grau Sala para «Doña Rosita la soltera», además de originales de Norah Borges, Pepín Bello, José Moreno Villa e Ismael González de la Serna.
El Legado también supondrá la oportunidad de consultar en Granada documentación inédita y que puede aportar nuevas luces a la biografía lorquiana. A este respecto, todavía no se han consultado las numerosísimas cartas que Francisco e Isabel García Lorca enviaron a sus padres y hermanos. En este apartado también encontramos cartas guardadas por Federico, aunque él no fuera el destinatario, firmadas por Manuel Azaña, Salvador Dalí, Manuel de Falla, Concha Méndez, Emilio Prados o Margarita Xirgu. A esta lista hay que sumar manuscritos, alguno de ellos inéditos, de otros escritores, como Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Juan Ramón Jiménez, Emilio Prados y Luis Rosales –como el conjunto de cuartillas titulado «Poema nocturno de la ciudad» y «Poema del grupo»–.
Todo el conjunto es, en definitiva, el mejor vehículo para conocer de primera mano a un autor al que le causaba no poco pudor ver su nombre expuesto públicamente en las calles de Granada. Él mismo dejó dicho, cuando llevó allí su «Mariana Pineda» de la mano de Margarita Xirgu en 1927, que «si algún día, si Dios me sigue ayudando, tengo gloria, la mitad de esta gloria será de Granada, que formó y modeló esta criatura que soy yo: poeta de nacimiento y sin poderlo remediar». A partir de esta semana, el poeta volverá a su Granada, la ciudad que tanto le debe a él.
Un lector llamado Federico
Una de las mejores maneras de conocer a un escritor es a través de sus lecturas, los autores que lo influyeron en su formación. En el Legado Lorca encontramos la biblioteca personal del poeta, formada por 445 libros de su propiedad y también de su hermano Francisco, además de algunas revistas. Cuando esta parte del archivo llegue a Granada, los investigadores podrán ver las dedicatorias generosas de Jorge Guillén en «Cántico» –«Para Federico el Grande, para Federico Máximo. Con el gran afecto y la máxima admiración de Jorge»–, León Felipe en «Versos y oraciones del caminante» –«Al Fénix, al monstruo lírico español del siglo XX, León Felipe»– o Pedro Salinas en «Fábula y signo» –«A Federico, en su gran poesía y en la amistad de P. Salinas»–. Hay curiosidades, como «Cuentos fantásticos» de Balzac, «Aventuras de Mr. Pickwick» de Charles Dickens, «Fausto» de Goethe, «El origen de las especies por medio de la selección natural» de Darwin, «Peer Gynt» de Ibsen o «El amor, las mujeres y la muerte» de Schopenhauer. Pero no todo era leído por Lorca, algo que demuestra que quedaran intonsos, como «Perito en lunas» de Miguel Hernández.
Cartas para una cámara acorazada
Los herederos de Lorca han podido conservar buena parte de la correspondencia del poeta. Son documentos fundamentales para conocer no solo a Lorca sino a sus principales compañeros de generación, además de sus relaciones familiares y profesionales. Dentro del Legado Lorca encontramos las muchas cartas que Salvador Dalí mandó a quien definió como «mi mejor amigo de juventud», misivas en las que el pintor ponía lo mejor de sí mismo para poder estar a la altura de Federico. Tampoco faltan cartas de sus camarada de la Generación del 27 como Jorge Guillén, Gerardo Diego o Vicente Aleixandre. Hay pocas, muy pocas, de quienes fueron protagonistas de la vida sentimental de Lorca, como Emilio Aladrén, Philip H. Cummings o Rafael Rodríguez Rapún. Muy interesantes son también las muchas que el autor de «Yerma» recibió de su madre Vicenta Lorca Romero o las de Manuel de Falla y Juan Ramón Jiménez.